domingo, 29 de enero de 2017

Eutanasia sin permiso

En Holanda vivía una anciana de 80 años con una severa enfermedad mental, cuya familia no podía ocuparse de ella debido a su delicado estado de salud, motivo por el cual vivía en una residencia. Y digo vivía. En pretérito. Ha fallecido. Mientras estaba en la residencia una doctora decidió que esta mujer no debía continuar sufriendo y decidió aplicarle una dosis letal. Como la anciana no estaba por la labor —resulta que la señora salió tiquismiquis— le suministró antes un sedante en secreto para llevar a cabo su buena acción del día.
Según la Comisión holandesa para la Eutanasia, la doctora se extralimitó en sus funciones. Según la normativa, el paciente debe solicitar la terminación de la vida a través del suicidio asistido. Hecho que no ocurrió. ¡Qué menos! ¿No? Por lo menos pedirlo, pero ni eso. La doctora, en su defensa, alega que la anciana años ha, y en pleno uso de sus facultades mentales, aseguró que cuando fuera mayor no quería vivir en una residencia con demencia, por lo que acudiría a la eutanasia cuando tuviera madurada la idea. Los últimos días estaba ansiosa, triste e inquieta... Esto fue interpretado erróneamente como una autorización para acabar con su vida. Ya saben amigos, si un día ingresan en un centro, mantengan la calma... o llamen a un sacerdote para que les signe con los santos óleos, porque, según el criterio de algunos, de ahí van derechos a la morgue. Si un día chocheo, por favor, que no me pille una matasanos de este calibre.

Cuando yo era pequeño, si alguien mataba a otro sin su permiso, se llamaba asesinato. Deben ser cosas del neoespañol. Siempre habrá quien defienda a la médica porque la señora estaba sufriendo lo indecible. Incluso que justifique su acción amparándose en la caridad o la misericordia. Otros lo achacarán a un simple error de interpretación. Era algo que se veía venir desde el principio. En cuanto se aprobó la ley de la eutanasia. Alguien decidiría por otro. Hoy ha sido una anciana, mañana un discapacitado. ¿Pasado mañana? ¿Usted o yo? Ignoro quién otorgó a determinadas personas la potestad de decidir sobre la vida de los demás. Bajo un halo de aparente bondad se esconde un hecho terrible. Matar. ¿Tan difícil es entender que la vida humana tiene un valor incalculable? Aunque sufra. Aunque no sea bella ni hermosa. ¿Quién decide cuándo una vida deja de tener sentido? Lo que quiere la sociedad es acabar con el dolor porque nos aterra. No somos capaces de enfrentarnos a la realidad porque no podemos soportar que exista esa cosa tan anticuada que se llama sufrimiento. Más que avanzar parece que retrocedamos.

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy es With or without you. Con o sin ti. Les invito a que escuchen esta versión grabada en directo. Para mí es la mejor. Sencillamente maravillosa. Con todos ustedes: ¡U2!
https://www.youtube.com/watch?v=nhU24xxbnsU


No obstante, mi querida @BeatrizBagatela me ha ofrecido otra canción. Becomes the color. Es un tema más oscuro y enrevesado, con sus pliegues y ondulaciones, como el tema de hoy. Nada es blanco o negro porque no está claro dónde está la libertad y dónde está la llave para ello. Estamos listos para funcionar, pero no hay libertad sin una llave. Con todos ustedes: ¡Emily Wells!



domingo, 22 de enero de 2017

Somos gilipollas

Disculpen por empezar así mi artículo de hoy. No es mi costumbre usar exabruptos, pero en esta ocasión está justificado. Por si no se ha enterado, le hago un pequeño resumen. Durante un encuentro con unos amigos, el senador del Partido Popular, Eugenio Gonzálvez afirmó: Haz como yo, retírate y sigue mandando, como yo mando, pero en la sombra, que trabajen los gilipollas. Es decir, usted y yo somos gilipollas. Asegura el señor Gonzálvez que todo está sacado de contexto, que el vídeo pertenece al ámbito privado y que el mensaje iba dirigido a un amigo suyo que celebraba su 65º cumpleaños. Dado el revuelo mediático, el senador ha pedido humildes disculpas por sus desafortunadas palabras por si alguien se hubiera sentido ofendido.
Pues sí señor Gonzálvez. Nos ha insultado. Ha insultado usted a los millones de afortunados españoles que nos levantamos temprano para ir a nuestro trabajo. Ha insultado usted a los millones de parados que hay en nuestro país. Ha insultado usted a las personas que están sin empleo y cobran la Renta Activa de Inserción y tienen que mantener a sus familias. A los que no tienen qué comer hoy. A los que no han podido encender la calefacción porque no pueden permitírselo... Se ha mofado de ellos y después, se ha fumado un puro. Otra de gambas para el señor senador. Todo por hacer una chanza con sus amigotes en sus francachelas. Espero que se haya quedado satisfecho. Ha plasmado en una frase la realidad social de España. Somos gilipollas.

No voy a molestarme en hacer un alegato acerca de la inutilidad del Senado. Eso ya es más que evidente. Todos los sabemos, incluso los mandamases, pero lo mantienen para poder colocar así a las viejas glorias y que sigan dándose la vida padre sin dar golpe. La justificación del señor Gonzálvez, en este caso, es que todo ocurrió en el ámbito privado. Hay que tener la cara como el cemento armado. Como si eso pudiera eximirle de la culpa. Si en un ámbito privado yo, o cualquier empleado de este país, nos mofáramos de la violencia de género, de los homosexuales, de la desnutrición... y se enteran los jefes —y no olvide que los jefes de los políticos, somos usted y yo— mañana estaríamos en la calle. Pero ya sabe cómo funciona la política. Tras una pifia, el susodicho pide disculpas con la coletilla de por si ha podido molestar a alguien, y a otra cosa, mariposa. Es decir, hasta que haya otro escándalo que haga olvidar mi metedura de pata. O en su defecto que el árbitro no pite penalti a favor del Madrid o del Barça. ¡No señores políticos! Si usted se equivoca de gravedad, pide disculpas... y entrega el acta de diputado, de senador, o lo que sea menester. Abandona la política y a trabajar. A doblar el lomo, como hacemos los demás. Ya que somos gilipollas, que lo seamos todos. No siempre los mismos...

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy viene de la mano de Fräulein Gesundheit. Beat on the brat. Sacude al mocoso. Por más que hemos pensado canciones, no consideramos que el señor Gonzálvez se merezca otra. Con todos ustedes: ¡Ramones!
https://www.youtube.com/watch?v=3HUGeA2lur4



domingo, 15 de enero de 2017

Hiperpaternidad

Esta semana he estado de vacaciones. Sí, ya sé que es una época extraña, pero no vi a nadie sorprendido cuando trabajé durante julio y agosto. Gracias a estos días de asueto he podido hacer algo que me gusta mucho. Recoger a mis hijos del colegio. Y esta vez he reparado en un hecho que me ha sorprendido enormemente. Es ver la cantidad de madres —es cierto que aún hoy van pocos padres a recoger a sus hijos al cole— y abuelos —¿qué sería de este país sin los abuelos?— cargados con las mochilas, las manualidades, e incluso el balón de sus hijos, mientras éstos van caminando muy pizpiretos.
No es un hecho puntual. Son muchos los padres que están en el grupo de WhatsApp del curso del niño y preguntan las tareas para el día siguiente porque el niño no sabe o no se acuerda qué es lo que tiene que hacer. Hablan en plural. Aseguran que mañana tienen examen de lengua. ¿Tienen? ¿Ellos? Por supuesto, hacen los deberes por ellos, no con ellos, para presentarlos perfectos e impolutos. Sin importarles si han comprendido los conceptos básicos. Es de vital importancia que su hijo sea el mejor. Ejercen de entrenadores deportivos ya que son más expertos que Zidane, Simeone o Luis EnriqueSon los siervos de sus hijos. Nadie puede siquiera insinuar que su hijo se ha equivocado o ha hecho algo mal. La culpa siempre será del otro. ¿No conoce a nadie cuya agenda del fin de semana no esté marcada por las actividades de sus hijos? Permítanme compartir con todos ustedes un pequeño corto de animación que explica muy bien la situación de nuestros hijos.

https://vimeo.com/193916659

Hemos convertido a nuestros hijos en unos caprichosos y unos memos. En resumen, unos niños mimados y miedosos. Tienen absolutamente todo porque pensamos que si les falta lo más nimio serán unos desgraciados y se frustrarán. Nuestros hijos, y siempre hablando desde la generalización, no conocen el significado de la palabra responsabilidad, ni compromiso, ni exigencia... Todo se lo damos hecho. Vivimos esclavos de sus deseos y caprichos. En el fondo, estamos comprándolos. Como desgraciadamente no podemos pasar más tiempo con ellos y educarlos realmente, les compramos todo. Antes incluso de que lo pidan, para que finjan que son felices. Y nosotros más felices todavía al verlos a ellos felices. Cuando en realidad no nos damos cuenta de que los estamos haciendo unos idiotas. Tenemos que enseñar a nuestros hijos a que el no es por su bien, que el dolor existe, al igual que la frustración, y que tienen que ser autónomos. Aunque quizá lo más importante es quererlos como son y no querer convertirlos en nuestros proyectos fallidos...

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy viene nuevamente de la mano de doña @BeatrizBagatela. Es Standing at the sky's edge. ¿Quién sabe lo que estaban pensando? Se deslizan por el filo de la navaja viendo como sus vidas se iban hundiendo lentamente. Con todos ustedes: ¡Richard Hawley!
https://www.youtube.com/watch?v=zileXIdVc00