domingo, 28 de enero de 2018

Agua cruda

Prepárense. Llega una nueva moda procedente de Silicon Valley. Y ya saben, todo lo que procede de este mágico lugar de Estados Unidos, pronto se implanta en nuestras casas. De hecho, ya ha llegado también a México. Me refiero a beber agua cruda. Así han llamado al agua sin filtrar y sin tratar químicamente. Es una traducción literal —y cutre— del inglés, raw water. Son varias compañías las que están obteniendo pingües beneficios embotellando agua sin tratar. Se vendan al módico precio de seis euros el litro de agua. Incluso llegan a ofrecer la instalación de dispositivos en casa para recoger el agua de la lluvia o de los manantiales sin tratar. Solo Dios sabe lo que puede haber dentro de esas botellas. 

Sus defensores aducen que el agua cruda es más beneficiosa para el organismo al no tener sustancias químicas. Aseguran que el cloro y el flúor usado en el tratamiento del agua es perjudicial y tiene un efecto tóxico, además de producir docilidad y obediencia a los líderes. ¿Estamos volviéndonos locos? Por supuesto, la comunidad científica no da ninguna credibilidad a estas teorías conspiranoicas y asegura que la composición del agua es la más saludable para el consumo. De hecho, hay 2 100 millones de personas en el mundo —un tercio de la población mundial— que carecen de acceso al agua potable. El agua sin tratar puede provocar gravísimas enfermedades como la salmonelosis, cólera... Cada año mueren en el mundo casi un millón de personas por la insalubridad del agua. Un problema fácilmente solucionable. Pero esto es otra historia. Estos que se mueren son los pobres, así que no nos importan. Centrémonos en lo que de verdad importa...

Es la penúltima patochada de esta sociedad saciada de sí misma. De nuestra sociedad decadente. Es evidente que estamos ante una tomadura de pelo de un charlatán. Descubrimos horrorizados cómo una buena técnica de mercadotecniamarketing insisten los posmodernos trasnochados— hace que la sociedad ponga en peligro su vida sin hacer caso a las recomendaciones médicas. Son los mismos que rechazan la medicina tradicional y confían en técnicas inútiles como la homeopatía. Otros, rechazan las vacunas, o aseguran que no hay que cocinar los alimentos... ¿Realmente queremos regresar a la Edad de los Metales? Hay quien asegura que es la forma que tiene la naturaleza de realizar la selección natural que predijo Darwin. Adelante. Sigan cometiendo estupideces.

Piensen.
Sean buenos.

Hablando de lluvias, he elegido como canción regalo A hard rain's a-gonna fall. Va a ser fuerta la lluvia que va a caer. Aunque muchas veces se ha pensado que esta canción hace referencia a la lluvia atómica, el autor simplemente ha dicho que se trata de una lluvia fuerte... Con todos ustedes: ¡Bob Dylan!
https://www.youtube.com/watch?v=T5al0HmR4to

domingo, 21 de enero de 2018

Funcionarios sinvergüenzas

Un funcionario de la Diputación de Alicante lleva enlazando bajas médicas con vacaciones desde 2003. ¿Es casualidad que la inmensa mayoría de casos de funcionarios holgazanes se encuentre en las diputaciones? El procedimiento es bastante sencillo. Tras agotar el tiempo de baja de año y medio sin que la Seguridad Social dictamine una incapacidad, se incorpora al trabajo. Pero en lugar de incorporarse a su puesto de trabajo, solicita las vacaciones. Una vez concluidas, presenta una nueva baja. Y así, de manera cíclica durante 15 años. El funcionario justifica su ausencia por muchas pequeñas cosas que al final se juntan y le impiden trabajar y lamenta que le obliguen a trabajar porque él no quiere trabajar para la Diputación. Por supuesto, el señor exhibe en las redes sociales sus actividades de ocio durante estas bajas.

En 2011 hubo un cambio normativo que obliga a trabajar seis meses entre las bajas, pero nuestro protagonista se ha declarado incapaz de realizar su trabajo, así que acude media hora un día a la semana... y a casa. Por supuesto, ninguna mutua controla las bajas. Desde la propia Diputación y los diferentes sindicatos aseguran que esta forma de actuar es legal y nada se puede hacer ante estos abusos. Su máximo castigo fue que le abrieron un expediente ya que  no se incorporó el día que debía hacerlo tras una de las bajas, pero ganó el juicio porque demostró que la Seguridad Social no se lo había comunicado correctamente. Sus propios compañeros no pueden dar crédito a semejante sinvergüenza.

¿Se da usted cuenta que estas golfadas solo ocurren con empleados públicos? Desgraciadamente no es un caso aislado. ¿Se me imagina un caso así en una empresa privada? Lo más dramático es que ocurre más a menudo de lo que pensamos. Da igual que sea legal, o no. La realidad es que alguien se está riendo de la sociedad con el beneplácito del sistema. La solución es más sencilla de lo que parece. La posibilidad —real— de despedir a un funcionario por ser mal trabajador. Como ocurre en cualquier empresa. Aunque reconozco que lo que más me aterra es que una gran mayoría de nuestros jóvenes deseen ser funcionarios el día de mañana. Y precisamente por cosas como esta. Su máxima aspiración es poder cobrar sin trabajar. Nuestros hijos quieren ser unos gandules. Unos sinvergüenzas.

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy viene de la mano de doña @RaquelMtnez_tv. Thunder. Seguro que hace las delicias de más de uno. ¿Quién te crees que eres? Soñando con ser una gran estrella. Con todos ustedes: ¡Imagine Dragons!
https://www.youtube.com/watch?v=fKopy74weus

domingo, 14 de enero de 2018

Atrapados en la nieve

Durante la operación retorno de las pasadas vacaciones navideñas, más de 3000 vehículos quedaron atrapados por la nieve en una autopista de peaje española. El caos terminó tras 18 angustiosas horas, gracias al trabajo incansable de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Desde la Dirección General de Tráfico (DGT) se culpó a la concesionaria de la autopista y a los conductores, por falta de previsión, por emprender el viaje sin la precaución debida. Para la DGT la única solución, para evitar que vuelva a producirse un hecho similar, es un kit de supervivencia antinevadas con 18 objetos imprescindibles. Sólo he echado de menos un orinal. Tras el aluvión de críticas, Gregorio Serrano, director de la DGT, —aunque pocos conocen los méritos que le han llevado a ese puesto— se disculpó de los conductores atrapados. Eso sí, a través de un tuit cargado de sarcasmo, asegurando que estaba con su familia en Sevilla pasando el día de Reyes; una magnífica ciudad donde funcionan las líneas telefónicas e internet
Nadie en su sano juicio considera al señor Serrano culpable de la nevada, ni tan siquiera del colapso circulatorio. Pero sí es el máximo RESPONSABLE. Al igual que yo no soy culpable de que se caiga una maceta de mi balcón en un cuarto piso y golpee a un viandante, pero sí soy el responsable. Este matiz parecen no entender estos gerifaltes de medio pelo. Pero no me extraña en absoluto. Vivimos en un país en el que se construyen autopistas de peaje innecesarias para beneficio económico de los amigotes de los políticos, los cuales, terminan sus carreras en los consejos de administración. O en los de las compañías eléctricas, que viene a ser lo mismo. Una mofa al ciudadano. A usted y a mí.

Aún así, lo más grave, es lo que queda en el imaginario colectivo. Es el empleo de los recursos públicos por norma general, pero cuando existe un problema, ha de recurrirse a los servicios privados. Así les ocurrió a los conductores, que pensaron que ante las inclemencias del tiempo, era más seguro ir por la autopista de peaje. Pero también pasa con los enfermos, o a quienes optan por una titulación universitaria de prestigio... Nuestros gobernantes han conseguido destruir el sistema público para el enriquecimiento suyo y de sus adláteres. Y mientras, usted y yo engañados viendo las mismas noticias en bucle. Frío en invierno, calor en verano, fútbol y la situación en Cataluña... Es todo un circo. Tenemos lo que nos merecemos. ¿O no?

Piensen.
Sean buenos.

Hacía tiempo que mi querida @BeatrizBagatela no nos deleitaba con su canción regalo. En esta ocasión la elegida es The less I know the better. Nada de reflexionar demasiado. Ahora o nunca. No me hagas esperar para siempre. Con todos ustedes: ¡Tame Impala!
https://www.youtube.com/watch?v=sBzrzS1Ag_g


domingo, 7 de enero de 2018

Grupos de WhatsApp

La semana pasada, mi hijo de 14 años participó en un torneo de fútbol sala en Lugo. La actividad suponía tres días. El responsable del equipo creo un grupo de WhatsApp para informar a los padres que nos quedábamos en casa de los traslados y los resultados de los partidos. El primer día, observé atónito, que la cantidad de mensajes en el grupo eran muy numerosa. Escandalosa. Y, como es lógico, sin ningún interés. Les pondré un ejemplo. Si el responsable del grupo decía que el autobús hacía una parada para comer, 50 de los 74 padres que estábamos en el grupo contestaban un OK, Gracias, Muchas gracias, Estupendo... Así, ad nauseam. El último día decidí no abrir la aplicación y contar los mensajes recibidos. Por la noche, mi teléfono marcaba ¡1374 mensajes! Una locura.
Estoy seguro de que esta situación, o semejantes, les resulta familiar. Todos estamos en infinitos grupos de WhatsApp: Los de la familia —aquí suele haber varios—, los amigos, los del equipo de fútbol, el trabajo... Al final del día, descubre aterrado que le han llegado cientos de notificaciones. La propia compañía ha informado de que durante el pasado fin de año se enviaron 75 000 millones de mensajes en un día. Y la mayoría de ellos no se habrán leído. Lo triste es que entre esa maraña de mensajes, siempre puede haber alguno importante y lo hemos perdido. Reconozco mi temor, y cada vez más, aversión a los grupos de WhatsApp. Los carga el diablo. Hace tiempo que los tengo todos silenciados. Si alguien necesita contactar conmigo de manera urgente, puede localizarme por teléfono.

Es lo que ocurre con el exceso de información. Hemos convertido una herramienta maravillosa en una carga pesada. Por tanto, inservible. Hemos convertido un medio de comunicación en un gallinero. Es el problema de la gratuidad de la aplicación. Todos sabemos que no es gratis, pero ya me han entendido. ¿Se imaginan que nos cobraran por cada mensaje como antaño? Desde luego, la cantidad de mensajes disminuiría drásticamente, pero no es la solución. No vislumbro una solución a corto plazo. Es posible que surja una nueva aplicación y sepamos utilizarla con criterio. Lo lógico sería concienciarnos todos, pero ya soy mayor y he perdido la esperanza en el género humano. Somos unos descerebrados, y así seguiremos hasta nuestra extinción, la cual auguro pronto, a Dios gracias.

Piensen.
Sean buenos.

Afortunadamente los Reyes Magos me han traído el disco Songs of Experience. Aquí está incluida la canción regalo de hoy. The Blackout. Estamos condenados a una extinción. Con todos ustedes: ¡U2!